La Fuerza de la Fe

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Estos días comencé a entender la fe de una manera más profunda, como un depósito completo de rendición ante ese ser espiritual que yo llamo Dios. Lo entendí desde un lugar mucho más profundo que lo que había experimentado en mi vida hasta ahora. Comencé a tener muchísimas dudas sobre lo que va a pasar en mi vida, pensamientos acerca del futuro que me llenaron de ansiedad por querer controlar lo que sucederá o encontrar respuestas. Entré en ese estado de incertidumbre, y al darme cuenta de lo que estaba ocurriendo, recurrí a mis herramientas espirituales para lograr estabilizarme y volver a mi paz, a mis cuatro cuerpos. Cuando lo logré, empecé a abrirme a esas señales espirituales que constantemente nos llegan, pero que, si no estamos atentos, pasan desapercibidas.

Creo que, como seres humanos en este plano terrenal, de repente vivimos una vida demasiado acelerada, tratando de cumplir con todas las exigencias que nos impone el día a día, y nos olvidamos de lo que realmente importa. Nos llenamos de preocupaciones que a menudo son poco trascendentales, pero que nos hacen perder el foco en lo que realmente tiene valor. Estas preocupaciones nos hacen centrarnos en lo inmediato, nos llenan de dudas y miedos, y deseamos que lo que nos ilusiona llegue rápidamente, actuando muchas veces en piloto automático.

Sin embargo, cuando realmente nos detenemos y tomamos un momento para reflexionar, comenzamos a entender que estar aquí, vivir todo lo que vivimos, incluso las cosas rutinarias, es un regalo. Y en ese momento, comenzamos a vivir más desde nuestra esencia divina, sin importar las demandas del día a día. Al hacerlo, nos conectamos con ese ser espiritual en el que creemos, y comenzamos a recibir señales claras y evidentes sobre las preguntas que tenemos en nuestra vida.

Recientemente, me invadieron muchas dudas, pero cuando me di cuenta de lo que estaba pasando y me conecté nuevamente con mi interior, empecé a descubrir muchas señales en mi día a día que me decían, de manera sutil pero clara, que era Dios guiándome. Fue en esas señales que pude encontrar la verdadera rendición ante los planes que Él tiene para mí. Y en ese proceso, logré soltar el control absoluto de todo lo que ocurre en mi vida, dejando que su voluntad se cumpla, porque sé con certeza que será lo mejor para mí y para quienes me rodean.

Este es el momento en el que toda esa fe cobra verdadero sentido. Porque cuando realmente confías en la vida, cuando realmente dejas fluir las cosas, todo comienza a sentirse menos forzado. Y entonces, lo que tiene que pasar, pasa. Y todo se coloca en su lugar sin tanto esfuerzo. En esos momentos, nos damos cuenta de que la verdadera paz se encuentra cuando dejamos ir el control y confiamos plenamente en el proceso.

Así que, tengamos más fe y controlemos menos. La vida tiene su propio ritmo, y cuando aprendemos a seguirlo, todo fluye con mucha más suavidad.

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