Conversaciones con la muerte

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Y porque no hacer las paces con la muerte; con ese hecho que que nos da tanto miedo por vivir en el apego hacia nuestros seres queridos. Al final, nosotros sabemos en nuestro interior que si hoy es el día en que me muero; mis hijos y mi esposo van a estar mal un rato. Luego se van a adaptar, agarrarán herramientas poderosas de todo esto y aprenderán a vivir con su realidad. Si logramos sanar esa relación de miedo con muerte será una liberación absoluta; porque si te quedas en el plano terrenal tu poder va a ser infinito y si te vas estarás liberado porque habrás vivido hasta el ultimo minuto con amor sin miedo. Por eso, en culturas orientales cuando alguien se muere hacen una celebración de alegría porque la persona está volviendo a casa. Ellos tienen una visión de la muerte y la vida como entes iguales, no está separada una cosa de la otra. Y al vivir con esta idea se liberan de esa separación con los seres queridos.

Si la vida te está mandando cáncer, una muerte, un problema financiero, una pareja mentirosa, un divorcio o un accidente; el tema principal no es ese. Lo que tienes que trabajar es de dónde viene eso y cómo lo has llamado a tu vida para de ahí sanarlo y construir algo diferente a partir de ese aprendizaje. Porque por eso nos están mandando ese proceso, para aprender algo y entonces sanar nuestro cuerpo físico y nuestra vida. Yo actualmente no peleo contra el cáncer, trabajo conmigo misma para sanar lo que me toca y entonces sanar el cuerpo y construir algo bonito para mí.

Trabajo mi relación con la muerte tanto, para que cuando mis hijos me pidan hablar con ellos sobre este tema pueda comunicarlo sin miedo. Por ejemplo, el otro día mi hijo de 10 años me preguntó: ¿Mamá, tienes miedo? Y yo contesté, «sí amor, porque de pronto lo que dice la gente y los porcentajes de esta enfermedad me aterran, pero sé que debo de estar tranquila y confiar en el proceso y me calmo con mis herramientas. Sé que todo va a estar bien porque confío en que pase lo que pase va a ser lo mejor para mi».

Sé que con mis pensamientos estoy transformando lo que está pasando en mi cuerpo y en mi mente y de esta forma estoy sanando.

En la vida vinimos a trabajar tanto en lo bueno que nos pasa, como en lo malo y se trata de enseñarle a nuestros seres queridos que sea cual sea lo que les mande la vida pueden vivirlo sin miedo, desde el amor y confiar. En el momento en el que comparto esta vivencia con mi gente de alrededor, se hace divino y encuentro los regalos que este proceso vino a darme. Es entender que desde antes de llegar a esta tierra hice un acuerdo álmico en donde acorde que me iba a dar cáncer para aprender y sanar todo lo que necesitaba mi cuerpo físico, para así trascender en el amor y romper con viejos patrones del cáncer.

Es verdad que cuando estamos a la mitad del proceso nos da ansiedad cuando pensamos en lo que va a pasar. Pero si tú logras hacer el ejercicio de meditar y de visualizar a diario exactamente la vida que quieres tener, entonces en ese momento la estás creando y estás frenando esos pensamientos desastrosos que no te llevan a nada bueno ni a nivel físico, ni a nivel emocional.

Desde que me enteré que tenía un tumor en mi pecho derecho, empecé a trabajar la relación a diario con mi tumor. Le puse nombre y cuando estaba sola conmigo y mi cabeza muchas veces hable con él; y le agradezco y bendigo por llegar a enseñarme, pero le digo que pronto se va a ir y no va a regresar. Mi tumor de cáncer se llama: pinche negro culero, y es porque me lo imagino como una bola de pelos, negra, llena de pequeñas bolas de granos, que juntas forman una figura como redonda horrible. Lo visualizo en mis meditaciones y veo como las células buenas, llenas de amor, van cubriéndolo y cobijándolo y así solito se empieza a convertir en cada vez más pequeño hasta que va a desaparecer. Tengo la certeza absoluta que estas quimios van a ayudar a desaparecer el tumor al 100% y que mis meditaciones ayudan para que esto así suceda. Porque creo firmemente en que todo en esta vida es un trabajo integral en donde deben de mezclarse diferentes cosas para así llegar a la sanación. Y considero que la base principal de todo es poder sanar y aprender a amarte tan profundamente que sientas que mereces amor y respeto y desde ahí trabajar tus heridas. Para no dejarle toda la responsabilidad al doctor de lo que él tiene que hacer con la medicina; sino respetar que cada quien tiene su parte y el conjunto de todo es lo que logrará el objetivo. Todos los días desde que me enteré de mi cáncer de pecho, hablaba con «el pinche negro culero» y le agradecía por haber llegado, pero a la vez le digo que muy pronto se va a ir. Visualizo en la regadera como el agua purifica mi cuerpo y se va llevando todas las células enfermas que pueda tener en mi cuerpo. Y en mi meditación de la noche, me narro en mi voz interior: «En este momento elimino toda la enfermedad que hay en mí, asegurando que me encuentro en salud completa y divina. Mis células están radiantes y llenas de amor y luz.» Estoy trabajando para crear la realidad que quiero.

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