
Cuando todo el mundo me ve por el proceso que estoy pasando, me siento vulnerable a que vean mis errores y eso me hace sentir insegura de que me juzguen o de que me critiquen. Cuando siento que la gente me ve, siento ganas de irme a un closet y esconderme ahí un rato porque no logro sentirme segura enfrente de toda esa gente. Y por otro lado, quiero ser amor y luz, y simplemente por ser eso, la gente te va a voltear a ver porque consigues brillar. Pero de pronto siento que cuando ya no tenga pelo por la quimio, la gente me va a voltear a ver como pobrecita y eso realmente me molesta. No me gusta percibir la energía de la gente cuando me ven débil o enferma. Es una energía muy densa que de pronto me hace hasta dudar de cómo estoy tomando yo esta enfermedad. Quiero lograr que la gente me siga viendo fuerte y fregona como me siento. Quiero ser la misma persona, no quiero permitir que la enfermedad defina lo que yo proyecto.
No quiero que el que ellos me sientan diferente me haga empezar a cambiar mi mente de que estoy gravemente enferma. Con esta enfermedad que espanta a todo el mundo por las historias que la gente de su alrededor con cáncer ha vivido. Yo quiero seguir creyendo con todas mis fuerzas que soy una mujer sana, fuerte y con vida que está viviendo un proceso fuerte, una experiencia de amor divino en donde mi cuerpo me habló para sanar aquello que llevaba arrastrando más de veintiocho años en mí, desde la enfermedad de mi papá. Desde ese momento sentí una tristeza muy profunda.
Recuerdo desde la prepa que me sentía todo el tiempo cansada y sentía ganas de dormir todo el día. Sentía que no podía causar más problemas de los que ya había en mi casa con el cáncer de mi papá, la falta de trabajo por la misma situación y los problemas financieros para mantener cuatro hijos. Por eso, en ese momento decidí que iba a guardar este sentir para no causar problemas en mi casa. Pero estoy consciente de que esa tristeza profunda que yo sentía, la llevo guardando en mi cuerpo durante muchísimos años.
Esos sentimientos reprimidos me llevaron a enfocarme en resolver problemas y ayudar en mi casa en vez de reconocerlos, validarlos y sacarlos de mi cuerpo. Por el miedo de lastimar o dar más problemas a mis papás. Hoy entiendo que ese dolor acabó en enojo y resentimiento contra el actuar de mi papá porque «inconscientemente él lo generó con su enfermedad en mí». Y porque por más de que yo hiciera mi máximo esfuerzo, él seguía siendo un papá agresivo porque estaba enojado con la vida, por su enfermedad y su falta de trabajo; y esa postura me llenaba aún más de tristeza.
Cuando aparece mi esposo, esa imagen de seguridad y protección que me conquistó por sus abrazos. Logré sentirme sostenida por el aspecto masculino que me hacía falta y no tenía en casa. Desde ese momento me sentí cobijada, amada y que sí valía la pena vivir. Hoy que conecto con toda esta historia, me doy cuenta de que tengo que sanar ese enojo contra mi papá y entender que no tenía las herramientas para poder vivir sus procesos desde el amor.
Y conectaré con las imágenes de él siendo el papá amoroso, que me dio seguridad y protección durante mi niñez. Conectarme con ese papá que me enseñó a amar el mar, que me ayudó a aventarme a vivir nuevas experiencias y aventuras. Que era el más cariñoso, juguetón y orgulloso de su familia, que nos dio tantísimo amor durante muchísimos años antes de su enfermedad. Ese hombre que llenó mi vida con tantas alegrías, que hizo que tuviera el carácter que tengo. Que me enseñó que lo más bonito es ser auténtico, tener buena onda, tener amigos, reír, bailar, disfrutar los momentos y gozar cocinando. Ese hombre que me impulsó a dar lo mejor de mí en cada momento, que entrara con toda la fuerza en los deportes y que me lo reconocía y sentía su amor y orgullo cuando lo hacía.
Hoy sé que desde el cielo, él está aquí a mi lado acompañándome en este proceso tan duro que me está tocando vivir. Hoy sé que desde el infinito él está bailando de orgullo de cómo estoy tomando todo esto y de cómo le estoy dando la vuelta a ese proceso que la vida me dio. Estoy segura de que me está mandando todo el amor, seguridad y luz para que yo me sienta bien emocionalmente. Porque realmente ese es mi papá. Ese ser amoroso que me enseñó a amarlo todo y vivir la vida con una sonrisa para todos.
